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Liendres

La estimación inicial de 2 horas para la erradicación total resultó ser exagerada; tras apenas 15 minutos, ninguna liendre sobrevivía. La estrategia de envolver firmemente la cabeza de Mariana con una pañoleta, previamente rociada con un potente insecticida, demostró ser excesivamente eficaz. Los molestos y diminutos insectos, que la obligaban a rascarse hasta impregnar sus uñas de sangre, desaparecieron para siempre.

La pesadilla parasitaria, que succionaba la sangre, concluyó definitivamente en la cabeza de la niña. Sin embargo, otra pesadilla estaba a punto de desencadenarse para el padre analfabeto, quien no pudo anticipar que el potente veneno se filtraría a través de los poros del cuero cabelludo de su hija. Aquella misma noche, la intoxicación cobraría su vida irremediablemente.

Publicado enMicrorrelatos